Como seres humanos, tenemos la habilidad especial de compartir nuestros pensamientos mediante el habla. Todo comienza formando un pensamiento en nuestro cerebro. Una vez allí, este pensamiento se transforma en un código que hemos aprendido y que llamamos lenguaje. Una vez que el pensamiento se convierte en lenguaje, el cerebro envía una señal a los músculos que controlan el habla, dándoles instrucciones para que se muevan y emitan los sonidos que escuchamos. Luego la boca, el rostro, el cuello, la lengua y los músculos de la garganta se mueven para formar las palabras.
No se sabe muy bien porque algunos niños presentan esta disfluencia pero se creee que puede ser genético. Los niños que tartamudean son tres veces más propensos a tener un miembro de su familia que también tartamudee. Así que si tu padeces de tartamudeo, quizás tengas una abuela, un padre, un hermano o hermana que una vez tartamudeo también.
El médico de cabecera es el que enviará a estos pacientes a un terapeuta del lenguaje.
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